domingo, 28 de enero de 2007

De las organizaciones anti aborto



No es raro que la prensa nacional asuma sin mayores cuestionamientos los tramposos conceptos que asesores comunicacionales como yo, solemos inventar. Se traga con extremada facilidad todo aquello para lo que la costumbre no la ha preparado para contradecir.
Uno de esos conceptos es el de "organizaciones pro vida". Grupos pro vida negaron presiones para lograr escasez de la píldora, relata radio Cooperativa; "Grupos pro vida esperan promulgación de la norma para recurrir judicialmente contra la congelación de embriones", publica diario El Mercurio. Ambos medios cuya línea editorial podría explicar casi legítimamente esa docilidad ante su uso.

Pero la eficiencia de aquél verdadero caballo de Troya, se encuentra por ejemplo en que Raúl Gutiérrez, editor del libertario y pluralista granvalparaiso.cl, escribe que "La opción pro vida que han adoptado los últimos gobiernos en Chile debiera complementarse..." o que en el sitio web del Partido Comunista chileno se señale que "a su vez se fundamentan en las corrientes católicas integralistas del empresariado y la derecha chilenos (opus Dei, movimientos pro-vida)".
¿Organizaciones pro vida? Pero por qué debiéramos llamar así a institucione
s cuyo único objetivo declarado es oponerse a cualquier regulación del aborto. ¿Cuántas manifestaciones contrarias a la pena de muerte han protagonizado las "organizaciones pro vida"? No recuerdo haber escuchado a ninguna de ellas pronunciarse indignadas por la ejecución de Saddam Hussein, como sí escuché a representantes de Amnistía Internacional –una organización que sí podría definirse con justo derecho como una organización pro vida. ¿Cuál es la opinión de estas organizaciones sobre la destrucción de los ecosistemas y la desaparición de las especies, sobre las guerras en distintas partes del mundo, sobre la aplicación de la pena capital? Muerte, muerte, muerte... ¿Dónde están entonces las "organizaciones pro vida?
No seamos tan bobos. Comunicar ya es un proceso suficientemente complejo como para que absurdamente la hagamos más confusa. Las organizaciones anti aborto son eso: organizaciones anti aborto.

jueves, 25 de enero de 2007

La prensa democrática según Canal 13



Con el muy cristiano y objetivo de ser un medio de referencia, Canal 13 nos acaba de entregar una memorable pieza de su inexplicable concepto de prensa democrática. "¿Cómo vivieron la muerte de Pinochet dos mujeres políticamente opuestas?" en el programa En boca de todos, quiso presentarnos la figura del ex dictador desde dos miradas: la de una simpatizante de Salvador Allende y otra de Augusto Pinochet. Con ello, nuestro canal católico pretendía fundar su imparcialidad, objetividad y apego a lo que se supone es una prensa de calidad mostrando dos miradas contrapuestas sobre la figura política del ex-dictador Pinochet, que finalmente se abrían a la posibilidad de un reencuentro.
Lo que Canal 13 no ha entendido y no entenderá nunca mientras mantenga tan errática y difusa línea editorial es que una prensa democrática no es aquella que presenta con pretendida objetividad las visiones contrapuestas de determinada realidad. ¿O acaso debiéramos debatir si el sol sale o no por el oeste sólo porque una persona diga que es así? Una prensa democrática es aquella que se define como tal –entre otras cosas porque no existe prensa que no sea democrática: eso se llama propaganda.
Para una prensa realmente democrática la figura de Pinochet y su gobierno no puede retratarse simplemente como un debate sobre el lado positivo de la dictadura versus el lado negativo. Porque el debate de si un gobierno dictatorial es bueno o malo no es debate: toda dictadura es mala. Debatamos si el gobierno de Allende fue bueno o malo –yo apuesto porque fue malo–, pero una prensa democrática no puede conceder la misma calidad de debate a una dictadura. Porque si es así uno esperaría ver un debate "objetivo" sobre si el gobierno de Hitler fue bueno o malo. Esperaría que se le dieran minutos de pantalla a todos aquellos quienes niegan el holocausto y defienden el militarismo nazi como una efectiva política de recontrucción nacional.

(Publicado originalmente el 15/12/2006 en el blog de El Otro Yo)

Territorio Antártico ¿Chileno?

Entre las múltiples muestras de confusión que existe en la prensa nacional sobre su propio rol –por ejemplo otorgarse un rol moralizador o solidario–, destaca el de hacer soberanía por sobre su deber de informar. Y nada más palpable de esta situación que toda mención a la Antártica.

Desde el Icarito, hasta El Tiempo en Canal 13. Desde el informe meteorológico de La Tercera hasta TVTiempo de TVN insisten en llamar a ese pedazo de hielo ubicado entre los 53°W y los 90°W como Territorio Chileno Antártico o Antártica Chilena y otorgarle sin lugar a dudas, carácter de parte integrante del territorio nacional. Lo dramático es que la perseverancia tiene sus frutos y parece que nadie en Chile tiene conciencia de dicha verdad forzada. Jamás he escuchado a nadie, en ninguna circunstancia siquiera poner entre comillas dicha falacia: Chile no posee ningún territorio en la Antártica, así como ningún otro país lo posee.

Cualquier periodista informado debiera saberlo, pero el continente helado se rige por el Tratado Antártico, firmado el 1 de diciembre de 1959 por trece países, entre ellos el nuestro, y que en su artículo 4º establece un congelamiento permanente de cualquier pretensión de soberanía. Nuestra Antártica no es más que un reclamo territorial no reconocido por ningún otro país, ni menos por las Naciones Unidas. Además, es un reclamo tan feble que cerca del 60 % del “Territorio Chileno Antártico” forma parte de la “Antártida Argentina” y cerca de un 80% del “Territorio Antártico Británico” –países que por supuesto tampoco tienen ninguna soberanía sobre hielo alguno.



¿Desde cuándo que la prensa debe asumir como propia la función de "hacer soberanía"? Independiente de lo válido o no de todo aquello de la "defensa de la patria", ¿acaso dicho rol no corresponde a otros actores sociales? ¿Es tan débil el compromiso de nuestra prensa con la libertad de opinión o información que ante cualquier valor que entre en conflicto con ella está dispuesta a cederla?